Antes de hablar con tu hijo, compra un pequeño regalo para él. Envuélvelo en papel de periódico u otro tipo de envoltura sencilla. Asegúrate de que el regalo esté completamente cubierto, pero no te preocupes por hacer que la envoltura se vea bonita. Cuanto menos llamativa sea la presentación, más fácil será transmitir el mensaje.
Acércate a tu hijo con el regalo y dile que tienes algo especial para él.
Di: ¡Tengo una pequeña sorpresa para ti! ¿Prefieres abrirlo o solo mirarlo? (No dejes que lo abra todavía). ¿Qué opinas del papel de regalo? ¿Crees que este regalo se ve bonito? ¿Crees que el regalo es bueno por dentro?
Escucha y responde a sus respuestas. Anímalo a compartir sinceramente lo que piensa sobre la envoltura.
Di: En un momento abriremos el regalo, pero primero quiero explicarte algo muy importante. Las cosas buenas de la vida — crecer, aprender y mejorar en algo — ¡se sienten increíbles! Pero, por lo general, vienen de experiencias que no siempre se sienten bien, como equivocarnos, cometer errores o sentir que no podemos hacer algo.
Cuando nos sentimos así, podríamos querer evitar esas sensaciones por completo. Pero en realidad, ¡no son “malas”! Son una parte natural del crecimiento, y Dios no quiere que nuestras emociones nos controlen. Él sabe que a veces nos preocupamos o nos desanimamos, pero atravesar esos momentos incómodos nos ayuda a recibir los increíbles regalos que Dios tiene para nosotros. ¡Ahora puedes abrir tu regalo!
Comparte la esperanza de la Palabra de Dios y oren juntos.