Di: Me di cuenta de que hoy parecías estar molesto y pensé que tal vez te dolía algo. ¿Puedo ponerte una curita? (Si tu hijo dice que sí, pregúntale dónde quiere que le coloques la curita. Si dice que no, explícale sobre las heridas internas.)
Sabes, aún podemos poner una curita en algún lugar, incluso si el dolor está por dentro. Por ejemplo, si un amigo me dijo algo hiriente hoy, tal vez quiera ponerme una curita sobre el corazón. O, si estoy preocupado por algo, podría colocarla en mi frente. (Vuelve a preguntar si tu hijo quiere que le pongas una curita en algún lugar.)
Di: ¿Te gustaría contarme sobre tu dolor?
Escucha atentamente mientras tu hijo explica qué le dolió y por qué. Si no quiere explicar, recuérdale que siempre estarás ahí para él y que harás todo lo posible para ayudarlo a manejar sus emociones.
Di: Siento mucho que estés lastimado y aprecio que me lo hayas contado. Dios, nuestro Padre celestial, nos ama y cuida de nosotros en todo momento, especialmente cuando estamos heridos. Dios es el Consolador supremo. Yo solo puedo ponerte una curita, pero Dios puede transformar todo dolor para tu bien. Él está contigo pase lo que pase.
Comparte la esperanza de la Palabra de Dios y oren juntos.