La próxima vez que tus hijos discutan, diles que detengan lo que están haciendo y se queden quietos como una estatua. Luego, pídeles que se quiten los zapatos y los intercambien. Si uno de ellos se resiste, haz que ambos se quiten los zapatos y cambien de lugar, de modo que estén parados detrás de los zapatos del otro.
Di: Ahora que estás en los zapatos de otra persona, hablemos sobre por qué estamos tan molestos. Cada uno tendrá la oportunidad de explicar cómo se siente, pero asegúrense de escuchar cuando el otro hable. Esa es la única manera de entender su perspectiva.
Una vez que cada niño haya compartido su perspectiva y se haya sentido escuchado, anímalos a llegar a un acuerdo.
Di: Ahora vamos a llegar a un acuerdo. En un acuerdo, ambas personas acuerdan ceder un poco, y nadie obtiene exactamente lo que quiere. Pero eso está bien, porque no somos las únicas personas en este mundo y necesitamos encontrar una solución que funcione para los dos.
Cuando tus hijos lleguen a un acuerdo, es posible que no estén completamente felices con el resultado. Diles que eso está bien — no siempre tenemos que estar contentos con todo.
Pide a tus hijos que se pongan de nuevo sus zapatos.
Di: A veces la vida no parece justa, ¡pero servimos a un Dios que siempre es justo! Nos amó tanto que envió a Su Hijo, Jesús, aun cuando no lo merecíamos. Él nos ama sin condiciones.
Comparte la esperanza de la Palabra de Dios y oren juntos.