Confiar en los caminos y la presencia de nuestro Padre Celestial es clave para navegar con éxito las alegrías y los desafíos de la crianza de los hijos en 2025. Cada padre o cuidador siente el peso de la responsabilidad de cuidar a niños que han experimentado distintos grados de trauma. A pesar de esta carga, la fidelidad de Dios brilla mientras nos guía en nuestro camino como padres, revelando su amorosa fidelidad a través de Su promesa, provisión y protección.
Guiados por su promesa
En Proverbios 22:6 (RVR1960), Dios nos da una promesa indiscutible: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.”
Aparte de las promesas de Dios, no hay panacea para los enormes desafíos de la crianza de los hijos. Es común que, como padres, sintamos la necesidad de tener el control y estar enfocados en los resultados finales. Sin embargo, estas son solo ilusiones vanas. Dado que el mal comportamiento puede evocar frustración o enojo, debemos hacer una pausa para aprovechar el momento de enseñanza que ofrece la mala conducta y resaltar las cualidades redentoras de nuestro hijo. Su comportamiento no es una mercancía o un producto que se pueda organizar de manera impecable en una línea de producción.
El agotamiento crónico y la irritabilidad pueden surgir al pasar por alto la importancia de mantener la coherencia y tener fe en las promesas de Dios. La vacuna contra la desesperanza es la confianza en Su palabra.
Cuando seguimos la promesa de Dios, se nos recuerda nuestra creación única. Efesios 2:10 (RVR1960) nos recuerda el diseño intrincado de Dios en nosotros, como un artesano que da forma a una escultura preciada o un artista que se revela a través de sus creaciones. Dios se expresa en nosotros. Eres Su obra; eres Su poema. Así como Dios hizo Su promesa a Abraham, tienes acceso a esta misma promesa de esperanza que tenemos como “un ancla del alma” (Hebreos 6:13-20 (RVR1960)).
Empoderados por Su provisión
La promesa de Dios siempre conduce a la provisión de Dios. Según la teoría del apego, todas las acciones, sean buenas o malas, provienen de una necesidad. Los síntomas de esa necesidad se manifiestan a través del comportamiento. La continuación de ese comportamiento depende de la intervención. La restauración y la sanidad se basan en el éxito de esa intervención.
A pesar de la complejidad del trauma de un niño y sus problemas de salud mental o comportamentales, el mensaje de esperanza es que los comportamientos pueden cambiar al mejorar nuestra capacidad para satisfacer sus necesidades. Dicho de otra manera, el ABC del aprendizaje (antecedentes, comportamiento y consecuencias) nos enseña que los comportamientos no surgen por ósmosis, sino por contexto.
Cuando entendemos la necesidad, podemos tomar acciones proactivas en lugar de reaccionar. Crear un mayor nivel de sintonía o conciencia con nuestros hijos nos permite abordar su comportamiento satisfaciendo la necesidad en lugar de castigar al niño.
Protegidos por Su protección
Su provisión nos empodera, asegurando que Su protección nos resguarda. Donde Dios provee, Él guía; a quien Él dirige, Él protege.
Siempre existe un riesgo inherente de fracaso para cualquier cuidador que expone su vulnerabilidad en la crianza. La protección divina no es una vacuna contra la exposición a errores, sino la certeza de que el Señor puede evitar que te sientas fracasado como padre.
Conclusión clave
Anímate con estas valiosas reflexiones sobre cómo Dios te está protegiendo mientras crías a tu hijo en este nuevo año:
- Judas 24-25 (RVR1960) afirma: “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría”.
- El salmista declara en Salmos 37:23-25 (NVI): “El SEÑOR afirma los pasos del hombre cuando le agrada su modo de vivir; podrá tropezar, pero no caerá, porque el SEÑOR lo sostiene de la mano.”.
- Isaías 40:29-31 (NVI) nos recuerda: “Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil. Aun los jóvenes se cansan, se fatigan, los muchachos tropiezan y caen; pero los que confían en el SEÑOR renovarán sus fuerzas”.