Una de las preguntas más frecuentes que recibo de las familias de crianza temporal es cómo frenar las rabietas. Ya sea que la crisis ocurra en casa o en público, esos momentos pueden resultar estresantes o aterradores, y a veces incluso pueden parecer peligrosos.
Sin embargo, tú, como adulto, tienes más poder en estas situaciones de lo que piensas. Sigue leyendo para aprender cómo frenar las rabietas y ayudar a tus hijos a regular sus emociones lo más rápido posible.
La ciencia detrás de las rabietas
Para saber cómo frenar las rabietas, primero es necesario entender qué ocurre en el cerebro de tu hijo durante una crisis emocional.
Uno de mis recursos favoritos para comprender el cerebro es el “Modelo de la mano del cerebro” del Dr. Daniel Siegel. Cierra tu mano en un puño y finge que es tu cerebro.
La parte más baja de tu puño representa el cerebro inferior, también conocido como el tronco encefálico. Esta sección es responsable de las funciones más primitivas del cuerpo, como el equilibrio, la regulación y las respuestas de supervivencia, como luchar, huir o congelarse.
La siguiente sección (la parte media de tu puño) es la región límbica. Esta parte del cerebro es responsable de las emociones intensas y de la memoria. La amígdala, o el “vigilante” del cerebro, también se encuentra en esta región. Desempeña un papel crucial al avisarte si estás a salvo o si necesitas activar el sistema de lucha, huida o congelación.
La última parte (la parte superior de la mano – los dedos) es la corteza cerebral, que se encarga del funcionamiento ejecutivo, la lógica, el razonamiento, el control de los impulsos y el lenguaje. Es la parte del cerebro que, cuando está accesible, ayuda a regularte ante situaciones estresantes.
Cuando un niño se desregula, el tronco encefálico y la región límbica toman el control, y la corteza cerebral (la parte del cerebro responsable del razonamiento, la lógica y el lenguaje) deja de estar al mando.
Es en este momento cuando es más probable que se produzcan rabietas.
Cómo detener una crisis emocional
Cuando intentes calmar una rabieta o una crisis emocional, primero debes comunicarte con las partes inferiores del cerebro de tu hijo. Transmite seguridad a través de tu tono de voz y lenguaje corporal. Habla con calma, nombra las emociones que están surgiendo y ayuda a su cuerpo a regularse ofreciéndole un refrigerio o un poco de agua.
Este no es el momento para intentar razonar, darles una lección o convencerlos de que se calmen. Aunque las crisis pueden ser estresantes, recuerda que son aún más aterradoras para la persona que las está experimentando.
Tu único objetivo aquí es conectar con tu hijo y ayudarlo a sentirse seguro, de modo que las diferentes partes de su cerebro puedan volver a trabajar juntas.
Para ayudar a tu hijo, concéntrate en enseñarle las estrategias que necesita para regular su propio cuerpo y sus emociones en el futuro.
Recuerda que, cuando tú o tu hijo estén experimentando emociones intensas, es importante enfocarse en comunicar seguridad y darle al cuerpo lo que necesita para mantener la calma. Quieres que todas las partes del cerebro de tu hijo estén accesibles y receptivas si desean aprender y crecer juntos.
Para ayudar a desactivar el miedo y los comportamientos negativos en niños o adolescentes que están siendo disruptivos, considera hacer preguntas como:
- ¿Puedes decirme qué necesitas?
- ¿Cómo puedo ayudarte?
Disminuir las crisis emocionales implica ajustar tu respuesta. La respuesta “IDEAL” al comportamiento desafiante de tu hijo ofrece más ideas.
Conclusión clave
Como cuidadores, somos responsables de enseñar a nuestros hijos a manejar sus emociones. También debemos modelar esto con nuestras propias acciones y ayudarles a aprender que, aunque es normal tener emociones intensas, estas pueden utilizarse para crear oportunidades de entendimiento y conexión.
“Rescatará a los pobres cuando a él clamen; ayudará a los oprimidos, que no tienen quién los defienda. Él siente compasión por los débiles y los necesitados, y los rescatará.” Salmos 72:12-13 (NTV)
Aplicación
Para muchos niños y adolescentes, las tareas escolares pueden ser una fuente importante de estrés y frustración.
¿Quieres una manera divertida de ayudar a tu hijo a acercarse más a Jesús y aprender a manejar sus emociones durante el tiempo de tareas?
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